Llueve y suena un tango.
Suena un tango y llueve.
El barro de la calle ya no es denso y espeso, con el correr de las horas todo se ha convertido en una gran laguna.
Me gusta ver a la gente manejar apurada, queriendo cubrirse con cualquier cosa que tenga a mano. Los veo desde la ventana, mientras tomo un jarro de café, y pienso en lo desagradecidos que somos los seres humanos.
Tantas veces queremos llegar al cielo y, cuando nos acerca partes suyas en cada gota, intentamos no tocarlas.
Lo mismo nos ocurre con la felicidad.
Días, meses, años, buscando encontrar esa maravilla que nos lleve a la plenitud, esa alegría máxima que nos haga sentir orgullosos de estar vivos, años llorando desesperados por no sentirla, por no encontrarla, por no vivirla. Aun siquiera sin saber que es, en que consiste.
Y en el camino, perdimos un montón de gotas de agua del cielo.
Tantas cosas pequeñas, tantas señales, tantas alegrías simples y nosotros escapando de ellas.
Sigue lloviendo.
Con la mirada perdida entre los charcos que yacen afuera pienso en lo afortunados que somos todos aquellos que dejamos de esperar.
De esperar que nos sucedan cosas grandes, magnánimas, cosas fenomenales en nuestras vidas.
Que cambiamos todo eso tan solo por un beso, un abrazo, una palabra.
Que dejamos de esperar sin perder la esperanza, la esperanza de lograr, de crear, de sentir, aun mas quizás de lo que sentimos ahora.
Que encontramos placer en un atardecer, una canción o una mañana.
Que miramos el cielo para admirarlo, pero no deseando tocarlo, sino sintiéndolo dentro nuestro.
En nosotros los que ya no le creemos a “ellos”, nosotros a los que no nos importa lo que “ellos” quieren.
Nosotros que no tenemos más armas que nuestras letras y nuestra voz, más capital que nuestra paz y nuestra guerra interior y un poco de tierra en los zapatos.
Nosotros que no necesitamos ver a alguien para sentirlo cerca.
Nosotros que siempre tenemos un tiempo para soñar, corran los tiempos que corran.
Nosotros a los que nos alcanza con una tarde de lluvia, un tango y un jarro de café…
Este es el efecto de la lluvia
ResponderEliminarpensar en tantas cosas
escribir
soñar
Saludos :) lindo blog, lindos textos
es sentir caer el agua una y otra vez sin aburrirte, sentir que cada vez es única e irrepetible...
ResponderEliminarsentir que cada post tuyo trae esa magia de nuevo
:)
Esa es la esencia del verdadero ser humano: el saber vivir sin necesidad de más de lo que tenemos. Un gran texto ;)
ResponderEliminar.un muáh de lluvia :]
¿Puedo cambiar el café por colacao?
ResponderEliminarmiau
de
cocacola
ainsss, llevas toda la razón, tanto tiempo queriendo tocar el cielo, y no apreciar las gotas de agua.
ResponderEliminarcon lo que me encanta ver llover!
ResponderEliminarEl ser humano se hace tanto el grandulón sapientón cuando en la sencillez está la magia.
ResponderEliminarInstantes. Nada más que instantes.
Y una sensibilidad que sepa leer esos instantes. Fundamental.
Beso grande
Uf! hace mucho tiempo que no pasaba por aquí y me he llevado una gran sorpresa, como has crecido, me encantó leer cada frase que lograbas hilar con tanta sinceridad.
ResponderEliminarLos seres humanos somos sujetos de falta, el deseo nos moviliza, queremos alcanzar algo que no sabemos, perdiendo muchas veces lo que tenemos al lado o al frente... nos perdemos en la existencia, naturalizando hechos, por eso es tan importante la conciencia y la reflexión.
Gracias por compartir
:)
see you
Se me puso la piel chinita de leerlo... Alguna vez le escuché a mi trovador favorito algo que siempre he pensado de la lluvia, y es mi visión (ese trovador era como mi copia, sólo que en gordito, pensaba las cosas como yo las pienso, y al oirlas plasmadas en canciones decía... WOW!!! Es EXACTAMENTE lo que pienso, sólo que el murió de un infarto, y yo sólo soy propenso por la hipertensión y la potomanía)... El punto es que el amor es como la lluvia, tal vez por ignorancia o por miedo corremos de los dos, aunque no sepamos que eso nos va a mojar más, y los dos, sirven para demostrar que nosotros no somos quien para gobernar en el mundo, se causan de forma natural y no hay manera de intervenir en eso...
ResponderEliminarSaludos!!! Aprovechando que mi alma me permitió darme un paseo fuera de ella
Que ganas tengo de pillar una tarde lluviosa otoñal..
ResponderEliminarYo cambio el tango por un buen rock y el jarrón de café por un trago de fernet...
ResponderEliminarBuen texto... Ver a la lluvia como pedazos de cielo que se nos acercan para que dejemos de luchar por tocarlo, maravillosos...
P.D: El tango y el café son algunas de mis debilidades... Por esos las cambiaría en una tarde de lluvia...
Saludos.
Juan Manuel.
La felicidad está en nosotros verdaderamente. Y es, en efecto, lo que tú dices, momentos etereos y fugaces que debemos saber disfrutar, y sobre todo, saber recordar...
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog.
Escribís hermoso :)
ResponderEliminarnosotros somos un puente.
ResponderEliminarnos-otros somos un puente entre nosotros y los otros.
Lo que más disfruto de la lluva es cuando puedo dormir la siesta con la ventana entreabierta asi entra olor a humedad de lluvia! Qué rico!
ResponderEliminarGracias por haberme visitado, saludos!
La felicidad consiste principalmente en resignarnos a nuestra suerte, en querer ser lo que somos.
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