Si de morir se trata.

Y me muero.
Me muero entre las sabanas. Me muero entre las dudas. Heladas, crueles, certeras…
Muero cada noche sin su “Hasta mañana”.
Muero porque me siento perdida y porque me aterra el futuro, muero porque no se si hay futuro y muero porque a veces vivir cansa…
Muero sin un par de ojos a quienes dedicarles canciones.
Muero entre lágrimas y sollozos, entre preguntas sin respuestas que se pierden en la noche…
Muero entre cuatro paredes, muero herida y confundida.
Muero pensándote. Muero.
Muero solo para revivir con la mañana.
Lavar las lágrimas secas en mis mejillas y en mi almohada, y fingir que no ha pasado nada.
Que aquí no ha pasado nada…

Entonces revivo.
Salgo al sol, me respiro.
Encuentro nuevas razones, escucho canciones, siento.
Voy, vengo, soy, estoy.
Y el día me acuna y me canta. Me dice que más allá de todo habrá nuevas batallas.
Pero que si estoy aquí, es porque es aquí donde tengo que estar.
Se que hay algo, se que no es en vano… se que la sorpresa a lo mejor espera a la vuelta de la esquina y a lo mejor no, pero que aun así, en el mundo hay un lugar para mi.
Y esta en mí, en mi espíritu libre y en mi alma de aire encontrarlo.
Que morir vale la pena, con tal de resucitar cada mañana.
Que la vida no es vida, si es una vida llana y que para sentirse vivo uno a veces necesita de la muerte…
Que las respuestas pueden faltar, pero que el destino no falla.
Que algún día me encontraras.
Que algún día no diré nada.

Y así paso mis días, muriendo y resucitando.
Llorando y olvidando.
Bebiendo agua y buscando…